Hola de nuevo, esta vez para apuntar unas pequeñas notas de un magnífico día, el 7.12.2013, que tuvimos la suerte de disfrutar.
Para acompañar a Esther y Magda y a sus medios muladares, nos fuimos a pasar el día a San Sebastián o Donostia.
Y el día resultó muy bonito, con muchos recuerdos de muchos años ha, ya que subimos a Igueldo con el funicular.
Y desde allí disfrutamos de una de las vistas más bonitas del mundo entero y además, como no podía ser menos, hubo un@s valientes que se subieron a la montaña rusa, que allí (parece ser por orden del anterior régimen) la llaman montaña suiza...y por ser tan valientes y tan guapas pues les dieron no una sino dos vueltas (que no revolcones), la segunda invitación del parque...
Luego una pequeña visita turística por la ciudad con un par de pintxos y un chacolí francamente bueno y nos fuimos a la Sociedad Gastronómica de Enrique.
Hubo dos cosas excepcionales en el banquete, por un lado la calidad de los manjares y por otro el nivel humano.
No quiero exagerar, voy a intentar ser justo transcriptor de lo que ocurrió: Enrique hizo un trabajo magnífico, inmejorable, ayudado por Ramiro como pinche.
Elaboraron la comida de una manera magistral, pero no sólo en su cocción o fritura, sino en el servicio. Ellos dos solitos sin que nos enteráramos los demás y esto es un hecho digno de mención, sólo los grandes cocineros, los expertos, los que conocen, los que saben...son capaces de hacerte sentir tan bien.
Sin el menor ruido, cada cosa que traían estaba mejor que la anterior si ello es posible y sin pausa, sin tardanza, cada cosa en su punto, en su tiempo y en su sitio. Enrique y Ramiro son grandes, ya lo sabíamos, pero el sábado lo bordásteis...
En cuanto al otro aspecto hay que reconocer que muy pocas veces, quizás ninguna, he degustado unas Kokotxas de merluza, tan frescas y tan bien cocinadas, ¡qué barbaridad!, el sabor al poder en estado puro .
Y qué decir de la carne...unos chuletones de vaca, que aunaban la pura mantequilla y el verdadero sabor, algo difícil de conseguir, estaba en el punto intermedio exacto y al punto con su sal exacta...
Magnífico el vino, el tinto se deshacía literalmente en la boca, con una suavidad y sabor agradables, más que notable, un vino sencillo y a la vez grande.
Todo ello en un lugar casi para nosotros solos, cuestión que no sé si nos dimos cuenta, pero es que Donosti el sábado era una verdadera olla a presión, creo que pusieron el cartél "No hay más sitio" a la entrada de la Villa. Pues nosotros solitos, en una preciosa mesa redonda, sin ruido ambiental, en fin sólo me queda decir que:
ENRIQUE TIENES LA CULPA DEL BANQUETE DEL SABADO, eres un fenómeno. Muchísimas gracias, lo pasamos fenomenal...
Gracias a todos por asistir.
Saludos, Juan.